Guest User
December 17, 2021
El hotel se encuentra en un paraje maravilloso y único. Está a pocos kilometros de Agua Amarga y de la playa. Rodeado de desierto y con el sonido de los pájaros. Es la primera vez que nos alojamos en la zona en el mes de diciembre y a decir verdad este alojamiento no está adaptado a temporada de frío. Al llegar por la tarde y entrar en la habitación, el aire acondicionado con bomba de calor estaba puesto pero hacía un frio tremendo. Después de dos horas y habiendo regulado la temperatura a 30º seguía haciendo frio y se nota que el aislamiento térmico de la estancia deja mucho que desear. Pedimos un aparato calefactor de otro tipo y la responsable, Mariana, chica muy competente y amable, en seguida nos buscó otros calefactores alternativos. Hace falta una adecuación de las instalaciones (puerta a la terraza con aislamiento de cristal doble , por ejemplo) En el baño, el calefactor tiene un temporizador que salta al minuto y se desconecta automáticamente, con lo que no calienta nada y hay que estar pulsando el interruptor continuamente. El agua caliente sale a los 5 o 10 minutos de abrirse el grifo, con lo cuál hay que tirar una cantidad de agua impresionante, en un lugar donde escasea como Cabo de Gata, me parece imperdonable. Por otro lado, la mampara de cristal necesita sustitución y revisión de las juntas de goma pues una vez se sale de la ducha nos encontramos con un charco en el suelo que no resulta muy agradable. En general necesita mucha manutención e inversión en sustituir ciertos elementos que se van deteriorando con el tiempo (la columna de ducha tampoco se regula bien y se cambia sola de un mando a la alcachofa, con lo cuál el rociado está garantizado . Pero lo peor de todo es buscar y reservar habitación en un hotel que se publicita como un lugar para el descanso y el culto al silencio y encontrarte en la habitación de al lado a una pareja que tienen la televisión puesta todo el dia , ruido de jacuzzi , conversaciones y música a horas intempestivas y tener que salir a llamar a su puerta para pedir que bajen el volumen porque no se puede descansar y no hay a esas horas nadie en recepción. Todo ello, consecuencia de un mal aislamiento acústico en las habitaciones, que te hace escuchar todo, cuando en este caso se va buscando el silencio y la tranquilidad. Pero la atención de Mariana hay que aclarar que es de una gran profesionalidad. Está ella sola para todo y siempre amable y simpática. Se tomó la molestia al día siguiente de hablar con los huéspedes , para explicarles que este lugar requiere de hacer uso de unas normas básicas de comportamiento. Por lo demás un lugar magnífico y único con desayuno correcto. La cena en Tio Kiko no merece la pena. Un espacio en un salón, acondicionado como restaurante con un servicio regular y carta pobre. Lo mejor los paisajes, aunque ya empiezan a proliferar por la zona las extensiones de cultivos de plasticos. Una pena.
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